16 septiembre 2013

ARQUITECTURA SIN EXTERIORES - YOKOHAMA


Vista aérea de la Terminal Internacional de Pasajeros
Yokohama, es la ciudad más grande de Japón y se encuentra dentro del área metropolitana de Tokio. Desde su fundación, en 1889, como un pequeño pueblo pesquero, su evolución y su crecimiento y apertura al exterior le permitieron convertirse en el mayor puerto de Japón y símbolo de modernidad de este país asiático. Históricamente ha sufrido grandes catástrofes, tanto naturales como por la acción del hombre. Primero, en 1923, fruto del gran terremoto de Kanto, y después, debido a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad sufrió grandes destrucciones. Esta última, y tras la ocupación norteamericana, provocó su reconstrucción y le permitió recuperar la importancia pasada, como principal acceso de entrada de la cultura occidental a la capital japonesa. Así desde mediados de los ochenta, y gracias a la implementación del plan Minato Mirai 21, la zona industrial portuaria fue cambiando su fisionomía para llegar a ser una gran área de esparcimiento y recreo.



Para la celebración del centenario de la construcción del viejo puerto, se convocó, en el año 1994, un concurso internacional para su remodelación. Esto provocó la curiosidad y atención de proyectistas de vanguardia, donde podrían establecer nuevos planteamientos para un diálogo entre la ciudad y el mar. El programa del concurso de la Terminal Internacional Marítima de Pasajeros de Yokohama, incluía la articulación de una terminal para pasajeros de cruceros así como un conjunto de servicios al ciudadano en un mismo edificio. Este espacio planteado, debería poseer una posición destacada en el frente marítimo de la ciudad, de manera que si se considerase espacio público, llevaría a la ciudad de Yokohama a formar parte de una estructura continua de espacios públicos a lo largo de los muelles. El resultado del concurso dio como ganadores al equipo formado por Alejandro Zaera-Polo (1963) y Farshid Moussavi (1965), que formaban Foreign Office Architects, FOA.

El concepto inicial del proyecto se resumía en el intento de generar una organización a partir de un modelo de circulación, como desarrollo de la idea de hibridación entre un contenedor más o menos indeterminado y el suelo. El primer paso fue elaborar el diagrama de circulación como una estructura de bucles entrelazados que permitiera múltiples vías de regreso.  La conexión entre las vías de circulación siempre se determinó como una bifurcación, por lo que más que fijar el programa como una serie de espacios adyacentes con límites más o menos determinados, se articuló como una secuencia ramificada a lo largo del sistema circulatorio. Una vez establecidas las primeras ideas de funcionamiento, se llegó a lo que ellos denominan "muelles de no-retorno", que es el primer el primer intento de que el edificio tuviera un particular rendimiento espacial. Su simplicidad es tal que da oportunidad de generar a partir de él todo el sistema de flujos que luego aparecerá en el edificio construido. El diagrama explica la circulación de visitantes, personal, coches y barcos a través de la terminal y del espacio público superior.



Esta concepción inicial del edificio presenta varios enfoques para producir una obra única y rica en su vivencia, percepción y recorrido, combinando las funciones de una plaza con las de un puerto, mimetizándolo con el entorno. Quizás sea una paradoja que Zaera-Polo se defina a sí mismo como un "fundamentalista de la globalización", y que sus proyectos no sigan un patrón igualador. En Yokohama, el proceso de diseño personaliza los flujos materiales en un determinado campo de acción, con el fin de generar la superficie continua que define finalmente la forma del edificio. En la obra, los arquitectos consiguen unir construcción y entorno, para postular una nueva fluidez entre arquitectura y ambiente, entendiendo éste no como un contexto fijo sino como un entorno de acciones dinámicas.


La mayor terminal marítima del Japón no tiene la imagen del edificio tradicional: es una construcción sin fachada reconocible, las paredes se mezclan con el pavimento, los pilares están ausentes y el suelo se convierte en techo tan pronto como el interior pasa a ser exterior. A simple vista, la terminal ni siquiera parece un edificio, sino un extraño muelle ondulado de 70 metros de ancho, que se introduce 430 metros dentro del océano.

El objetivo de los proyectistas fue convertir la terminal en una inter-fase entre el océano abierto y el denso conglomerado que forma la gran área metropolitana, este hecho se plasmó en un edificio achatado y ondulante. El nivel superior de la terminal es una terraza de madera que realiza las funciones de paseo y donde se puede disfrutar de la escena marítima. Pero la actividad principal se desarrolla debajo de la terraza, donde funcionan las salas de espera para pasajeros, las áreas de reuniones, restaurantes y galerías comerciales. En un nivel inferior, se esconde el estacionamiento y la sala de máquinas.


Estos tres pisos superpuestos no logran elevar la construcción más allá de los 15 metros. En la propuesta arquitectónica se aprecia el objetivo de lograr una continuidad de trama urbana, y es por lo que se observa, las formas suaves de pequeñas lomas que crecen paulatinamente en altura, a medida que se adentra en el mar. Además, como el sistema estructural prescinde de las columnas, es el techo el que se pliega y toma distintas formas para salvar grandes distancias entre apoyos. Y es aquí, donde el uso de grandes vigas en voladizo permite contener todos los niveles de la edificación. El techo del hall principal parece un pesado esqueleto que contrasta, por su escasa  altura, con el enorme ancho y largo del ambiente. Las actividades más específicas funcionan en cajas separadas del techo, como si fueran los órganos internos de un animal prehistórico.
Plantas generales de la edificación [Imagen FOA]

La incorporación de las tecnologías de la información en la práctica arquitectónica no ha tenido tan sólo consecuencias vinculadas con las nuevas posibilidades formales y expresivas que éstas facilitan. La aplicación de los sistemas digitales supone una transformación de los modos de vida a escala global. Algunos equipos de arquitectos han estado especialmente atentos a las nuevas funciones que la arquitectura deber incorporar en el seno de una sociedad en constante cambio, donde los valores de solidez y perdurabilidad han dado paso a un pensamiento arquitectónico vinculado con la velocidad, la flexibilidad y la fluidez de la sociedad contemporánea.



Muchos proyectos tratan de constituirse como estructuras abiertas que permitan reunir un alto grado de complejidad en los usos posibles que acogen una vez construidos. Pero la complejidad arquitectónica relacionada con la fluidez y flexibilidad de los modos de vida de la era digital no reside únicamente en las formas y los usos de los proyectos, pues es también fundamental la manera en que ha afectado al proceso mismo de creación y en la organización de los estudios de arquitectura. En efecto, las oficinas en las que se proyectan algunos de los edificios más representativos de la arquitectura contemporánea pueden definirse como redes de creación y de organización de la información, donde se incorporan todas las posibilidades de las tecnologías de la comunicación. La idea arquitectónica es progresivamente compleja y descentralizada, articulándose a nivel internacional con los colaboradores necesarios. Los retos y las exigencias de una arquitectura que se produce a escala global generan modos altamente complejos y flexibles de organización de los estudios y sus procesos creativos.

Uno de los estudios de arquitectura que supo aprovechar y conceptualizar más imaginativamente la complejidad de las condiciones contemporáneas de producción arquitectónica y la flexibilidad de los procesos proyectuales fue el equipo dirigido por Alejandro Zaera-Polo y Farshid Moussavi. Pertenecientes a lo que ellos mismos denominan como una segunda generación de arquitectos que operan en un ámbito globalizado, el núcleo de sus intereses se diferencia de los de la primera generación, que se caracterizaba por la "consistencia estilística". El trabajo de FOA se aleja de la idea de estilo para centrarse en la evolución, la complejidad y la mutación que buscan acoger tanto en cada uno de sus proyectos como en su trayectoria arquitectónica. La imagen fluida y mutable de la ola pintada de Hokusai, constituyó la imagen metafórica de la Terminal Marítima Internacional de Yokohoma y que puede entreverse en las ondulaciones de su proyecto para el Forum de Barcelona, es también la de su modo flexible, evolutivo y mutante de entender la arquitectura en la era de lo digital.

La principal característica de la arquitectura de FOA es el modo con el que dan prioridad al proceso de trabajo. El inicio de un proyecto, no tiene una idea definida de cuáles serán los elementos  espaciales que intervendrán en el resultado. Por ello, no trabajan buscando un resultado formal concreto, sino que dejan que sea el propio proceso de diseño arquitectónico el que vaya indicando las decisiones a tomar. Se considera estos condicionantes no como una limitación a la creatividad del arquitecto, sino como un factor clave con el cual enriquecer el proyecto.

Deudores también del trabajo y la postura ideológica de Peter Eisenman, como él, usan la técnica de la superposición de formas e ideas. Combinan las lecturas contextuales del sitio con los aspectos materiales y buscan, por este camino, la complejidad en lo que denominan "el relato contextual del sitio". La superposición de capas e ideas que progresivamente se van asociando al proyecto, define un "modelo diagramático" con el que obtienen una imagen compleja y sintética de las intenciones que buscan explorar. Esta imagen flexible de conceptos y formas se usa para distorsionar constantemente el diseño original y hacer un nuevo diseño que sigue las líneas y direcciones sugeridas por la evolución del modelo diagramático. Exploran la escala y la rotación, tratando de encontrar una forma significativa de los elementos analizados y realizan una argumentación que la articule conceptualmente.

Podríamos afirmar que el interés de FOA por los métodos y procesos de trabajo antes que el interés por un fin concreto concebido desde los formal, se contrapone a la manera con que Frank O. Gehry concibe la arquitectura. En Gehry, el proyecto empieza partiendo de unas premisas claras sobre qué tipo de efectos espaciales deben incluirse. Por el contrario, en FOA no se preconcibe nada ni se diseñan efectos espaciales a priori, la prioridad es explorar los materiales y las técnicas como fuente de conocimiento, a partir de modos de generar ideas y efectos. Su arquitectura es narrativa en el sentido de que el resultado final es un reflejo de la evolución que el proyecto ha seguido a lo largo del proceso de su gestación. De este modo, la generación de complejidad es más alta que en la que se produciría mediante un trabajo que operase con ideas fijas.

Desde sus primeros proyectos, el equipo de FOA ha ido elaborando sus propias claves para la representación de sus propuestas, explorando el arsenal de recursos gráficos que les permiten manejarlas y expresarlas adecuadamente. Su interés por buscar fórmulas que acojan y registren la evolución narrativa de su trabajo les ha llevado recientemente a trazar un modo específico para representar el modo general en que evoluciona su trayectoria y otro para el modo en que cada proyecto se constituye mediante una complejidad de ideas y funciones, para el cual han recuperado la noción de "diagrama".

Un modelo diagramático va más allá de representar de una manera gráfica los aspectos funcionales. Su intención es asociar componentes metodológicos y expresiones de ideas. El diagrama no tiene por qué contener necesariamente datos métricos o geométrico, pues éstos resultan del despliegue de otros diagramas o de la propia información que incorpora el programa del proyecto o de las asociaciones metafóricas que busca indagar. Es un instrumento para determinar y explorar el comportamiento arquitectónico del proyecto de un modo abierto y experimental.

La propuesta de Zaera-Polo y Moussavi plantea una arquitectura donde la forma no tiene apenas significado, de manera que se podría denominar como "arquitectura sin intereses". Aunque el proyecto está situado en el límite entre la tierra y el mar, se podría decir que su propuesta intenta eliminar este límite diferencial. Da la sensación de que las losas, que deberían determinar la forma, se ondulan suavemente como si se trataran de un líquido extendiéndose  hacia el infinito y proyectándose en el mar. Este proyecto es tan original que, en ningún modo, parece una obra arquitectónica. En esta propuesta no existe el concepto de fachada. ¿Se puede considerar que una arquitectura sin fachada, aunque no esté enterrada bajo tierra, es realmente arquitectura? La arquitectura no tiene por qué destacar su presencia, sino que tiene que unir los dos aspectos de la naturaleza -la superficie de la tierra y la del mar- para desaparecer más tarde, una vez realizada la unión de estos dos elementos.

Tanto una terminal de barcos como una de aviones son puntos de cambio de medio de transporte, entre la tierra y el agua, o entre la tierra y el aire. Lo que se requiere en estas instalaciones es que dicho intercambio se realice con armonía y regularidad. La gente que se acerca a la terminal de Yokohama, se traslada hacia el agua sin apenas sentir la presencia de la arquitectura. En este proyecto, la arquitectura no es más que un punto, un instrumento de cambio de velocidad, de medio de transporte o de aspectos de la naturaleza. Históricamente la arquitectura pretendía destacar la presencia del hombre frente a la naturaleza. Esta idea de arquitectura como algo concluido y simbólico ha perdurado hasta la actualidad, aunque las formas hayan ido cambiando.


2013. AiM taller de arquitectura