17 septiembre 2013

EDIFICIO Y ESPACIO PÚBLICO. CENTRO POMPIDOU


El Centro Pompidou de París, de los arquitectos Renzo Piano y Richar Rogers, constituye un modelo emblemático de los planteamientos de la obra arquitectónica como volumen tecnológico propios de los años sesenta. Se construyó en el centro mismo de París, en el llamado "plateau Beaubourg". Situado entre la Cité, el Marais y Les Halle, y que hasta el año 1960 era sólo un terreno vacío, que servía de apartamentos a los usuarios de Les Halles.



Con su población flotante, Beaubourg era un barrio pintoresco, pero vetusto, malsano y mal cuidado. Un barrio superpoblado, caracterizado por sus malas condiciones higiénicas. Sus habitantes vivían en alojamientos miserables y sus callejas carecían de aire y de luz y eran foco de epidemias. El París post-haussmanniano quiso demoler esas zonas y crear una ciudad higiénica. A partir de 1894, se elaboró un censo de las condiciones sanitarias de las viviendas. En 1906, esos inmuebles se agruparon en seis manzanas insalubres, entre las que se encontraba Beaubourg o Sant Merri (distrito IV), cuyas 2,3 hectáreas fueron destruidas entre 1923 y 1936. Durante más de treinta años fue un espacio olvidado en el que no se construyó nada. A partir de 1969 sobre él se edificó el Centro Pompidou, en su lugar privilegiado para un proyecto que quería irradiar el arte y la cultura a todo el mundo.

Para ello se organizó en 1970-71 un gran concurso internacional, cuyo programa buscaba edificar un centro consagrado a la lectura, el arte y la creación contemporánea. Los 681 proyectos, se sometieron al jurado, el cual designó como ganador, al proyecto suscrito por dos jóvenes arquitectos, el italiano Renzo Piano y el inglés Richard Rogers, para acoger las futuras instituciones de El Museo Nacional de Arte Moderno y el Centro de Creación Industrial, el Instituto de Investigación y Coordinación acústico/musical y la Biblioteca Pública de Información.


La originalidad del proyecto reside en la conjunción, en un mismo lugar, del libro, las artes plásticas, la arquitectura, la música, el cine y la creación industrial. A lo largo de los años sesenta, las críticas y los rechazos a la ciudad moderna habían llegado a cuestionar la base disciplinar de la arquitectura. Surgieron formulaciones nuevas que planteaban debates sobre el mismo hecho arquitectónico y respuestas utópicas ante una realidad no deseada. Se dio así una contraposición entre dos entes bien diferenciados: la realidad de la ciudad contemporánea frente a la utopía de la ciudad análoga, sobre la cual se centró el debate cultural. En relación con él surgieron varias alternativas o líneas utópicas o analógicas, algunas de las cuales plantearon el edificio contemporáneo como un edificio científico o tecnológico, que basaba sus planteamientos en considerar la arquitectura como una respuesta a la nueva edad de la técnica y una revisión crítica de la modernidad y que abordaban el problema de la técnica como factor de forma y elemento básico de proyecto.

El ejemplo emblemático de esta utopía tecnológica fue el Centro Pompidou, cuya arquitectura era muy provocadora y cuyo planteamiento era casi un puro diagrama construido. El centro cultural más importante de Europa quería ser un edificio contenedor que generase cultura, no simplemente un museo. Para ello, el edificio tiene su forma prefijada por las nuevas técnicas, las cuales dan su aspecto exterior a un sistema espacial de planta libre en el que ocho salas-contenedor completamente diáfanas aparecen envueltas por las diferentes tecnologías: Tecnología Estructural, mediante un sistema de pórticos transversales que sale al exterior explicando la sección constructiva del edificio, Tecnología de las Instalaciones, que se sacan fuera y a la cubierta para que no estorbe la diafanidad de los espacios; y Tecnología de las Circulaciones, como los ascensores, pasarelas y escaleras mecánicas de rampa continua, que salen polémicamente a la ciudad. Con unas dimensiones análogas a las de la Madeleine de París, así como la monumentalidad de ésa ejemplificaba la arquitectura neoclásica del siglo XIX, la anti-monumentalidad del Pompidou ejemplifica la arquitectura tecnológica contemporánea.



Si la primera cuestión de proyecto era cómo instaurar una unidad en un lugar múltiple, la segunda era saber cómo una obra tal podría dialogar con el entorno. Esto es, saber cuál había de ser el sentido del lugar y cuál su relación con las ideas de Le Corbusier para el centro de París, pues era evidente la referencia más o menos clara a las propuestas corbuserianas tanto en el concurso como en el proyecto.


En mayo de 1923 se había aprobado el proyecto de viviendas sociales en el Plateau Beaubourg, previo a su inmediata demolición. Casi al tiempo, se publicaba Vers une Architecture, uno de los libros de arquitectura más importante del siglo XX. En él se planteaba de manera implícita lo que podemos llamar "sentido corbuseriano del lugar", que se completaría y desarrollaría en textos y proyectos ulteriores. El año anterior había presentado Le Corbusier su propuesta de Ville Contemporaine. Frente a las anteriores utopías urbanas, referidas todas a comunidades restringidas que difícilmente suponían una alternativa efectiva a la magnitud metropolitana, aquí se planteaba la gran ciudad para tres millones de habitantes: una ciudad ideal regular y simétrica donde, en un rectángulo áureo diagonalizado por las circulaciones, creaba tres zonas diferenciadas a cada una de las cuales correspondía uno de sus tipos urbanísticos ideales, una área central o ciudad administrativa con 24 rascacielos, una zona residencial circundante en bloques, y un área metropolitana para 2.000.000 de habitantes alojados en una renovada ciudad-jardín periférica.


Tres años después, en 1925, se concretaba su propuesta en París con el Plan Vosin. En él defendía la creación de un centro de negocios bajo la forma de un conjunto de torres-rascacielos que decía inscribir en el "espíritu de París", creando la "ciudad de la época maquinista". El Plan se presentaba sobre un fondo del plano 1:20.000 de París, superponiendo la axonometría de sus torres al centro urbano y comparando sus formas con los monumentos y las plazas históricas.


Una de esas torres, la torre Saint Merrí, ocupaba el Plateau Beaugourg. En este mismo lugar se alzaría medio siglo después el Centro Pompidou. Le Corbusier nunca cesó de reclamar la transformación de París. Todavía en 1956 publicaría un álbum retrospectivo recapitulando todos sus proyectos para París. Claudius-Peti defendió ante De Gaulle la idea de confiar a Le Corbusier un gran encargo de estado en París, pero el presidente prefirió un sitio exterior. Así, Malraux le encargó el estudio de un museo del siglo XX en Nanterre, que Le Corbusier se esforzó en vano en desplazar hacia los Campos Elíseos. Fue su última batalla parisiense. La victoria vendría pocos años después de su muerte.



Paradigma de la utopía tecnológica, el proyecto de Piano y Rogers aportaba también una particular respuesta al problema corbuseriano del lugar, al establecer como principio dual hacer del Centro Pompidou, un centro de información y cultura para el mundo y del Plateau Beaubourg, un lugar de encuentro para París. Como la Torre Saint Merrí de Le Corbusier, su edificio no quiere ocupar totalmente el plateau, sino que divide su superficie en dos partes iguales, una edificada y otra abierta, con una continuidad total entre ambas, en su concepto y en las actividades a desarrollar, por medio de un tránsito ideal y proyectual que busca hacer del edificio público un generador de espacio público. Para lograr a la vez la flexibilidad proyectual y la integración urbana, acudían al concepto de plaza, apelando así a la memoria ideal del lugar que su nombre simbolizaba y haciendo de ella el medio para lograr insertar la arquitectura moderna en el corazón de París. 


Los arquitectos buscaron en la plaza, un espacio libre y abierto que pueda servir para encuentros y exposiciones al aire libre, como marco a exposiciones temporales, actuaciones, conciertos, juegos, ferias, reuniones, desfiles, concursos... Con la idea que esté bordeada por tiendas, cafés, centros infantiles, salas de actualidad, centros de diseño..., que servirán de filtros de unión con el entorno peatonal del barrio. Pues la plaza se concebía así mismo como una extensión de las calles perimetrales, llegando a cortar Saint Martin para darle mayor amplitud.

Piano y Rogers plantearon una dualidad entre edificio y espacio público que se definía incluso entre los planos vertical y horizontal. Así afirmaban que la plaza es la continuación horizontal de la fachada. Y aplicaban el concepto y la denominación de  plaza vertical a la fachada este del edificio. Una plaza vertical que se refuerza gracias a la magnífica escalera exterior que serpentea a todo lo largo de la fachada, la cual busca exhibir ante los paseantes la circulación de los usuarios. La plaza tiene desde el exterior, una existencia interior, desde ella se puede sentir la continuidad entre ambos espacios. El acceso de la plaza al Centro, se hace en suave pendiente a partir de la calle Saint Martin. Esa pendiente une la plaza y el forum, haciendo de ambos espacios un lugar de interacción e integración de actividades. El abandono del dominio del Centro sobre la plaza define una nueva urbanidad, que adapta la relación mutua a la realidad de la ciudad. No sólo relega la circulación del coche y hace crecer el área peatonal, convirtiendo la plaza en un nodo, sino que permite a través de su estructura dual una experiencia múltiple del lugar. Además, frente a otras plazas más convencionales, la mirada en dirección al Centro se complementa por la mirada inversa desde él, puesto que el Centro Pompidou no sólo es un edificio público, sino también un lugar público, donde el libre acceso a los distintos niveles del edificio añade al orden horizontal una extensión vertical que prolonga la idea de plaza, creando campos para equipamientos, en los que el Pompidou llega a hacer ciudad, yendo más allá de la razón funcional para la que había sido originariamente creando.

Se puede decir que, si la plaza es parte integrante del edificio, éste es parte integrante de la plaza. Hay una relación de complementariedad en la que la plaza interior y la exterior se unen para producir un espacio unitario generador de lecturas reticuladas. La pluralidad del Centro Pompidou halla así eco en la organización espacial de la plaza. Podríamos pensar que el edificio quiso tomar por modelo la polivalencia de la plaza y que ésta no sólo es parte del proyecto del Centro sino que está en su misma esencia proyectual, entendiendo todo ello desde un cierto sentido corbuseriano. Pues si Le Corbusier se había esforzado en vano durante toda su vida por hacer entrar el siglo XX en el centro de la capital francesa, podemos afirmar que la respuesta a sus esfuerzos vino poco después de su muerte: es el Centro Pompidou, ese antiguo terreno vacío devenido espacio de oportunidad.


2013. AiM taller de arquitectura